lunes, 6 de julio de 2020

Semana Negra Virtual - 3 Las fiebres negras de Gijón, 1911

Mercado de San Lorenzo, hoy desaparecido y entonces junto a la plaza del Ayuntamiento. (Gijón, principios del siglo XX)
"El señor subdelegado de Medicina hizo presente que en Gijón no existía ningún caso de tifus y sí algunos casos de fiebre tifoidea, pero de carácter benigno. La misma enfermedad infecciosa -dijo- que se presenta todos los años por ésta época en la mayoría de poblaciones de España." (Diario El Noroeste, 7 de Noviembre de 1911) Aunque aún no se habían registrado muertes de forma oficial por las misteriosas "fiebres" que habían aparecido a finales de 1911 en Gijón, pero sin embargo la Junta Local de Sanidad, constituida para hacer frente al problema, había constatado que el número de contagios comenzaba a ser una preocupación. Tres días más tarde, el 10 de Noviembre, fallecería la primera víctima oficial, Juan Muñiz Cárdenas, un médico de 33 años.

Como vemos hace algo más de 100 años una amenaza para la salud pública ponía contra las cuerdas a la sociedad gijonesa de la época. Aquella ciudad de algo más de 50.000 almas censadas era un pozo de angostas y lóbregas calles, a menudo cenagosas e incluso malolientes. La luz eléctrica apenas había llegado a algunas partes, y tanto la insalubridad como la inseguridad ciudadana eran unos vecinos más del día a día del Gijón que había celebrado hacia unos meses el primer centenario del regreso de Jovellanos al Puerto de Vega desde su encarcelamiento mallorquín.

Centenario del regreso de Jovellanos a Asturias en la plaza del 6 de Agosto (6-8-1911)
Pero las fiebres de 1911 no habían sido algo nuevo. Durante todo el siglo XIX las fiebres tifoideas habían asolado Gijón. Causada por la enterobacteria Typhi (bacilo de Eberth), la fiebre tifoidea se propaga a través del agua y los alimentos contaminados. Su periodo de incubación es de 10 a 15 días y produce fiebre alta (39º-40º), diarreas, dolor de cabeza, erupciones, estupor, úlceras, y otros problemas mucho más graves si no se recibe el adecuado tratamiento, como por ejemplo perforaciones intestinales.

Aquel Gijón carecía de una red de alcantarillado. Todo lo más, las casas contaban con pseudo-alcantarillas que en la práctica no eran más que pozos negros mal aislados. De esta forma aquellas primitivas instalaciones filtraban las aguas fecales al entorno, y a los muchos ríos y riachuelos que surcaban Gijón, y que hoy están canalizados de forma subterránea. Las bacterias Typhi corrían pues alegremente a sus anchas por aquellas maravillosas autopistas del contagio tifoideo a lo largo de la villa de Jovellanos y sus habitantes.

Página de una revista de la época hablando sobre la epidemia de Gijón.
Las primeras medidas que estudió la Junta Local de Sanidad fueron el cierre de escuelas y el análisis del agua de las fuentes, así como la vigilancia de establos y la leche destinada al consumo humano. Sin embargo, tales medidas no fueron inmediatamente adoptadas mientras se debatía el origen de la epidemia. De hecho, la primera medida establecida el 11 de Noviembre de 1911 no fue cerrar completamente las escuelas, si no admitir a los alumnos que "procedieran de casas con contagios". Otra medida especialmente curiosa fue la prohibición de lavar la ropa en el río Piles. En cambio se designó un lavadero público en el Natahoyo para lavar la ropa de las personas contagiadas mediante una solución antiséptica. No obstante esto despertó las protestas de los vecinos del barrio del Natahoyo, por lo que finalmente, para tal fin, se terminó por destinar el lavadero público del barrio vecino de La Calzada.

Vista aérea del Gijón de principios de siglo.
Los debates sobre el origen de las fiebres continuaban, mientras surgían presuntos científicos "inteligentísimos" (según palabras literales de la prensa de la época) que las más de las veces no eran más que charlatanes. La creencia popular, a falta de medidas efectivas (lo que establecía el ayuntamiento era cuando menos difícil que se cumpliera por la poca predisposición popular, algo entendible por el contexto socioeconómico) llevó a buscar remedios caseros y parece ser que las ramas de eucalípto para hacer "vahos" fueron la receta mágica que "erradicaba" el bacilo.

El origen de las fiebres no era otro que la falta de alcantarillado. Los vecinos vertían las aguas fecales directamente en cualquier parte, la mayoría de las casas no tenía retrete, o si lo tenía, era sin cisterna. Aunque el ayuntamiento había pedido presupuesto para crear una red de alcantarillado eficiente, hacia casi 20 años de ello. En 1895 el presupuesto que recibió el consistorio municipal para llevar a cabo las obras ascendía a 515.512 pesetas de la época, obras que nunca llegaron a acometerse.

El entonces recientemente elegido alcalde, Dionisio Cifuentes, conde de Revillagigedo se ausentó de la ciudad durante la epidemia, por lo que las funciones de alcalde recalleron en Joaquín Menchaca, quien hubo de tomar las decisiones en aquellos difíciles días. En el momento pico de la epidemia, llegaron a unos 1.200 contagiados con una mortalidad del 8%, con lo que los fallecidos fueron al rededor de 100.

Aspecto del paseo de Begoña en la esquina del café Dindurra a principios de siglo.
Se dividió Gijón en 3 zonas sanitarias establecidas por iglesias: San Pedro, cuyos enfermos eran atendidos en la Cruz Roja, San Lorenzo, atendidos en el casino de Gijón y San José, que contaba con el antiguo parque de artillería como pabellón sanitario. La necesidad de poner en marcha de una vez por todas de un plan para comenzar un proyecto serio de construcción de alcantarillas era muy clara. Sin embargo ahora las obras costarían más del doble del precio que tenían en 1895, superando el millón de pesetas. El ayuntamiento no disponía de semejante cantidad, pero las aportaciones de diversos ricos relacionados con Gijón y las donaciones de otras entidades harían posible el proyecto.

Llegó además de Madrid el inspector médico de sanidad interior Eloy Bejarano junto con más personal sanitario para coordinar los esfuerzos. Una de sus medidas fue convertir de 3 a 7 las zonas sanitarias de Gijón. Bejarano anotó que las viviendas que pudo ver en sus inspecciones por Gijón (en este caso en Cimadevilla) eran "viviendas (...) inmundas, impropias para el alojamiento de animales, cuanto más para que sirva de alojamiento a seres humanos"

Aspecto de Cimadevilla en la década de 1930. 19 años después la insalubridad seguía siendo notable.
En Enero de 1912, cuando se constituían los ayuntamientos en España, Dionisio Cifuentes regresaba para la toma de posesión, con lo que Menchaca, volvía a ser primer teniente de alcalde. Los plenos del ayuntamiento en los días posteriores sirvieron para criticar duramente a Cifuentes por su "deserción" como alcalde durante aquellos días. Pero las críticas no iban a quedar ahí... en el consistorio también se criticó duramente a la prensa, aduciendo que la prensa había pensado en resultar de ayuda aireando el asunto del brote epidémico con motivo de obtener la ayuda de las altas esferas... consiguiendo solo asustar a los "veraneantes" Como vemos, aunque pase más de un siglo, la salud pública y el interés colectivo siguen poniéndose en entredicho cuando estos elementos chocan con el del interés particular de los bolsillos de alguien.

A partir del 30 de Enero de 1912 las medidas adoptadas por la Junta Local de Sanidad fueron levantándose, hasta desaparecer pronto por completo, como la propia Junta, y el mismo interés de los periódicos por publicar noticias de la epidemia de fiebre Tifoidea.

Calle Lepanto en el Natahoyo, 1972. Las condiciones tampoco eran muy óptimas en Gijón en fechas recientes. Si bien a día de hoy en 2020 hace unos pocos años se han registrado grandes inundaciones precisamente en el Natahoyo y La Calzada. También eran frecuentes las inundaciones en El Llano hasta finales de los años 1990, cuando se canalizó el río Cutis, que se desbordaba durante algunas tormentas veraniegas.
Fuentes:

- Hemeroteca El Comercio
- Hemeroteca La Nueva España
- Pachi Poncela - Crónica Negra - Biblioteca Gijonesa del Siglo XX, Gran Enciclopedia Asturiana.

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