jueves, 9 de abril de 2020

Diario de Alarma, Día 27

Día 27. PEREZA.

Y no lo digo por el grupo ese, que no me da más. Es que tal día como hoy no me apetece hacer absolutamente nada. Lo más productivo que he hecho ha sido ver el debate del congreso. Lo único que veo son alabanzas o descalificaciones, y poca crítica constructiva. Ni nada.

Foto que se hizo viral esta mañana, de un convoy del ejército sobre las 11:00 en la zona de los Fresnos. Desconozco al autor.
Me da la impresión de que ahora hay dos bandos en este país. Los que están a favor de la cuarentena, que son el "bloque de izquierda" y los que están en contra de ella, (o en contra de todo, no lo tengo muy claro) "que son los de derecha". Creo que ese no es el mejor de los supuestos para arreglar nada, pero así es.

En cuanto a mi opinión creo que esto es malo para la salud tanto como el virus o más, provocando problemas mentales y físicos a todo el mundo, por no hablar ya de las secuelas económicas que vamos a pagar la próxima década de cabo a rabo. Estoy más a favor de que me repartan mascarillas y epis en general y ya me protejo yo. ¿Acaso viene el gobierno a poneros condón cuando folláis por ahí con cualquier putanesca de la forma más sórdida?

En fin, creo que la política española es soberanamente decrépita. A penas ni saben hablar sin hacer uso de un papel, y lo que hacen los partidos no es más que un FAN HYPE, como dirían los youtubers pijotescos del lugar, o lo que es lo mismo, satisfacer la expectación de los seguidores del partido de turno, sin más, ni menos.

Por lo demás hoy batí todos mis records de no hacer nada con la siesta de 3 horas que me pegué.

GUERRA BIOLÓGICA: GUERRA SILENCIOSA ... Y OSCURA.

Ya que tanto se habla últimamente tanto de si el virus es de laboratorio o de guerra biológica o no, lo cierto es que sobre este tipo de guerra no convencional no se habla nada. No sucede lo mismo con la guerra nuclear, tan destructiva y dañina como espectacular. Pero la otra es silenciosa, y prácticamente desconocida.

La guerra biológica lleva produciéndose milenios, a pesar de lo que se pueda pensar, empleando para ello el veneno en puntas de flechas, o la contaminación de las fuentes de agua del enemigo en los asedios. También, y más llamativo, el empleo de catapultas para lanzar cadáveres contra fortalezas o poblaciones sitiadas. Más asesinos fueron en los siglos XVIII y XIX cuando poblaciones indígenas fueron exterminadas mediante la exposición más o menos deliberadas de comunidades locales en Norteamérica y el algunas partes del Pacífico a contagios provenientes de enfermedades europeas, para las que en aquellos lugares no existía inmunidad.

Con la llegada del siglo XX, el refinamiento científico multiplicó de forma estratosférica el potencial de la guerra biológica, (no la confundamos con la química). En la Primera Guerra Mundial parece que los alemanes pretendieron infiltrar equipos de saboteadores con pequeños equipos de guerra biológica en territorio enemigo, utilizando esporas de antrax y similares.

De hecho, después de la Primera Guerra mundial (bastante después) en 1925 se firmó el Protocolo de Ginebra, que prohibía la fabricación o compraventa de estas armas. Sin embargo... nada decía de su fabricación. Como hemos dicho, en la Segunda Guerra Mundial los japoneses si que emplearon armas biológicas en China, incluso lanzando pulgas a la población.

En España, existen algunos rumores de que el ejército rebelde puso a prueba armas biológicas suministradas por Italia. Al parecer el bando republicano sufrió de unas epidemias de Tétanos que habrían sido provocadas por el lanzamiento de ojivas de artillería que diseminaban la bacteria que provoca esta enfermedad. Sin embargo, de forma oficial no existe confirmación al respecto, dado lo "ilegal" del asunto en ya aquel momento y el temor a represalias que suele conllevar el uso de estas armas sucias.

Para saber más de este oscuro episodio del siglo XX tenemos un artículo en el diario El País:

Las armas secretas de Mussolini en España

Así pues, a lo largo de la historia del siglo XX, este asunto pasa de largo de forma silenciosa, siempre entre rumores y falta de confirmaciones oficiales, aun a pesar de la existencia de pruebas que más o menos demuestren el uso de elementos de este tipo en los diversos conflictos. Quizá el episodio mas conocido de los últimos tiempos ha sido las cartas con antrax, distribuidas a varios congresistas de EEUU en 2001 poco después del ataque a las Torres Gemelas. Las cartas envenenadas causaron 5 muertos y nunca se desveló quien fue el autor.

Así pues, las acciones de guerra biológica discurren entre misterios, silencios, rumores y sombras, y nunca acaban de confirmarse de forma oficial, a pesar de las pruebas. Por ello, aunque el asunto actual del COVID19 sea una especie de ataque biológico, es probable que, aunque haya pruebas para asegurarlo, nunca lo sepamos con certeza.

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